martes, 21 de mayo de 2019

Perec. Instrucciones de uso

Cabe comenzar estas líneas advirtiendo al lector sobre el poder seductivo, cuando no deslumbrador, que suelen tener los textos de este escritor francés desde su primera lectura. Calificado como uno de los autores más originales del siglo XX, Perec ha sufrido la condena de ser considerado un escritor de culto y, por lo tanto, la circulación de sus libros se ha visto restringida por el prejuicio de la dificultad y el desconocimiento. A 20 años de su muerte, lo que sigue es un intento por rescatar su figura y las principales coordenadas de su vasto y polifacético trabajo literario. O, como diría él mismo, algunas elementales instrucciones de uso. 

Instrucción N° 1: biografía esencial 

Georges Perec nace en París, en 1936, en el seno de una familia judía de origen polaco. La guerra mundial traerá para él consecuencias trágicas y definitivas. Alistado en el ejército, su padre, Icek Judko Perec, muere sólo cuatro años después durante la retirada francesa frente a las tropas alemanas. En 1943, su madre, Cyrla Szulewitz, es llevada al campo de tránsito de Drancy con destino a algún campo de exterminio nazi donde, presumiblemente fue asesinada. Acabada la guerra, después de una temporada en Villard des Lans, zona libre de la ocupación, vuelve a París con sus tíos. Con ellos seguirá criándose. 

Hacia la segunda mitad de los años 50, inicia estudios de historia que nunca llegará a terminar. En 1959 emprende sus primeras tentativas de escritura autobiográfica y publica sus primeros textos críticos en la Nouvelle Revue Francaise. Los años siguientes serán años de escritura novelística cuyos resultados, como casi siempre pasa, no encuentran editor. Publica, sin embargo, artículos literarios, críticos y políticos. Participa del grupo de reflexión crítica La Ligne Generale y en la revista Argumentes. En el ínterin, se casa con Paulette Petras y juntos se van a vivir un año a Túnez. Allí se encuentra con un antiguo profesor suyo de filosofía y consigue un certificado de sociología. 

Finalmente, en 1965, publica su primera novela Les Choses (Las Cosas) con la que obtiene el premio Renaudot. Comienza así su carrera oficial de escritor, aunque seguirá durante muchos años trabajando como documentalista en un laboratorio de neurofisiología. En 1967 ingresa al OU.LI.PO (Taller de Literatura Potencial), fundado por Raymond Queneau y Francois Le Lionais a principios de los 60, cuya influencia será decisiva en la obra de Perec. 

Durante los años 60 y 70 publica varios libros. Entre ellos, Un homme qui dort (Un hombre que duerme), La Desaparition (La Desaparición, traducida inexplicablemente en su versión española como El Secuestro), W ou le souvenir d’ enfance (W o el recuerdo de infancia), Je me souviens (Me acuerdo) y su obra maestra: La vie mode d’ emploi (La vida instrucciones de uso) Con ella gana el prestigiosos premio Medicis y deja su empleo de documentalista. Desde entonces trabaja en la Editorial Hachette y colabora regularmente en la prensa, sobre todo con juegos y crucigramas. 

En 1981 es invitado como writer in residence por la Universidad de Queensland, en Australia, donde piensa acabar la novela que está escribiendo: 53 jours. En ella se impone el obstáculo creativo de igualar a Stendhal, quien escribió La Cartuja de Parma en 53 días. 

No alcanza a hacerlo. Lo sorprende el cáncer y muere en París al año siguiente. 

Si intento definir lo que he intentado hacer desde que empecé a escribir, lo primero que se me ocurre es que nunca he escrito dos libros parecidos, que nunca me ha apetecido repetir en un libro una fórmula, un sistema o una manera ya elaborados en un libro anterior. Las instrucciones siguientes se desprenden de lo escrito por el propio Perec en la continuación de este texto, Notas sobre lo que busco, donde define las direcciones fundamentales de su escritura, Cuatro terrenos diferentes, cuatro modos de preguntar. 

Instrucción N°2: el mundo circundante 

La primera de estas preguntas puede ser catalogada de “sociológica": cómo mirar lo cotidiano; está en el punto de partida de textos como Les Choses, Especes d’ espaces, Tentative de description de quelques lieux parisiens y del trabajo realizado con el equipo de Cause commune, en torno a Jean Duvignaud y Paul Virilio. 

Una sociología de lo cotidiano. La literatura como una forma de ver aquello que se nos hace invisible de tanto tenerlo frente a la nariz. La revelación de aquello que se nos escapa entre los hilos de esa telaraña que llamamos costumbre o rutina. Los pequeños gestos, la carga de los objetos en medio de los cuales vivimos y morimos, los lugares por donde se escurre la espuma de los días. 

Una literatura donde lo que interesa registrar no es el acontecimiento increíble, la hazaña, la excepción. Sino al revés. La escritura como registro de lo nimio, lo habitual, lo recurrente. El material del que, mayoritariamente, están hechas nuestras vidas a final de cuentas. La escritura como una forma de preguntar no por lo extraordinario, sino por lo infra-ordinario: lo que pasa realmente, lo que vivimos, el resto, todo el resto, ¿dónde está? Lo que pasa cada día y vuelve cada día, lo banal. Lo cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, lo infraordinario, el reuido de fondo, lo habitual, ¿cómo hacerle justicia, cómo interrogarlo, cómo describirlo? (…) Hay que interrogar al ladrillo, al cemento, al vidrio, nuestros modales en la mesa, nuestros cubiertos, nuestras herramientas, nuestros horarios, nuestros ritmos. Interrogar a lo que parece haber dejado para siempre de sorprendernos. Vivimos, es cierto, respiramos, es cierto; caminamos, abrimos puertas, bajamos escaleras, nos sentamos a la mesa a comer, nos acostamos en la cama para dormir. ¿Cómo?. ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿porqué? (Lo infraordinario

Por poner un ejemplo, su libro Especies de espacios, a que hace referencia en la cita que da inicio a esta instrucción, expresa este afán por hacer de la literatura una forma de comprensión de la realidad realmente vivida. El proyecto de Perec era el siguiente: en 1969 había seleccionado 12 lugares parisinos con los que , de una u otra forma, mantenía ciertos vínculos personales. Cada mes llevaría a cabo la descripción de dos lugares. Una descripción la haría en el lugar mismo y otra lejos de él. Cada año volvería a realizar la descripción de los mismos lugares, pero de manera que cada lugar fuera transcrito en un mes diferente y sin que coincidiera cada mes el mismo par de descripciones. El proyecto tendría una duración de 12 años, hasta que cada lugar fuera descrito una vez cada mes, una vez en el mismo lugar y otra lejos de él. El resultado serían 288 textos que revelarían las huellas de un triple envejecimiento: el de los lugares, el de sus recuerdos y el de su escritura. 

Perec tomaba su cuaderno de notas, concurría al lugar y registraba lo que veía. Un autobús de la línea 63, un niño con su perro, una señora cargada con las bolsas de las compras, las campanas de la iglesia, un revuelo de palomas, un hombre que mira un escaparate. Nada más. Sin mayores descripciones o alardes estilísticos, anotaba en su cuaderno la trama de pequeños acontecimientos y personajes, la crónica insignificante de esos lugares, de esos espacios. Intentando contestar una única pregunta: ¿qué ocurre cuando no pasa nada? 

La realidad concreta como objetivo, la escritura como método para su rescate y su registro. Un pequeño ejercicio, propuesto por el propio Perec, puede servir como iniciación al lector: Describa su calle. Describa las calles una a una. Compare. Haga un inventario de sus bolsillos, de su bolso. Pregúntese acerca de la procedencia, el uso, el futuro de los objetos que va sacando. Interrogue a sus cucharitas. ¡Qué hay bajo su papel tapiz? ¿Cuántos gestos se necesitan para marcar un número telefónico? ¿por qué? ¿Por qué no se encuentran cigarros en las tiendas de abarrotes?, ¿por qué no? 

Instrucción N° 3: la autobiografía 

La segunda es de orden autobiográfico: W ou le souvenir d’ infante, La boutique obscure, Je me souviens, Lieux ou j’ ai dormi, etc. 

De alguna forma, su propia biografía cruza todos los libros escritos por Perec. En todos ellos es reafirmada la vieja ecuación que hace equivalentes la literatura y la vida. En su caso, una vida marcada al inicio por el signo de la muerte y de la pérdida: Hasta los doce años, más o menos, mi historia no ocupa más que unas pocas líneas: perdí a mi padre a los 4 años y a mi madre a los seis; pasé la guerra en distintas pensiones de Villard de Lans. En 1945 me adoptaron la hermana de mi padre y su marido. (W o el recuerdo de infancia

Parisino. Francés. De padres polacos. Nacido en el umbral de la segunda guerra mundial, de tan terribles consecuencias para los judíos. Huérfano. Esas serían las señas básicas de identidad de un autor que, desde siempre, practicó la escritura como una forma de recuperar su propia historia: El proyecto de escribir mi historia tomó forma casi al mismo tiempo que mi proyecto de escribir (W). 

La escritura como un acceso difícil pero posible a la propia biografía, hacia una historia fragmentada, borrosa, diluida: Yo no tengo recuerdos de infancia. Formulaba esta afirmación con seguridad, casi como una especie de desafío. No cabía interrogarme sobre la cuestión. No estaba inscrita en mi programa. Estaba dispensado de ella: otra historia, la Grande, la Historia con su gran hache, ya había respondido por mí: la guerra, los campos (W) La memoria como un intrincado modelo para armar: Los recuerdos son trozos de vida arrancados al vacío. Sin amarras. Sin nada que los fondee. Sin nada que los fije. Casi nada los ratifica. 

La historia de Je me souviens, otro de los textos autobiográficos fundamentales de Perec, es curiosa. De hecho la idea original del libro no es de Perec. Joe Brainard, artista plástico norteamericano que trabajó con Warhol, publicó en 1970 un cuaderno de 32 páginas titulado I remember. Harry Mathews, también miembro del Oulipo y gran amigo de Perec, le mostró el libro y éste decidió escribir el suyo. El resultado fue Je me souviens. Lo componen 480 anotaciones, todas con la frase Me acuerdo al inicio. Todas de una extensión máxima de diez líneas. La mayoría sólo un par de líneas. Algunos ejemplos: Me acuerdo que mi tío tenía un CV 11 con matrícula 7070 RL. Me acuerdo de Zatopek. Me acuerdo de Xavier Cugat. Me acuerdo del día en que Japón capituló. La última anotación, la 480, dice así: Me acuerdo. (Continuará) Con seguridad es uno de los libros más reeditados de Perec. Incluso, buscando material para la redacción de estas instrucciones, encontré clubes de Me acuerdo en Internet. 

La propia práctica cotidiana de escritura de Perec tiende a convertir la biografía y la ficción en un circuito único. Integra en sus ficciones, sin reproducirlos directamente, los incidentes del día, algo visto u oído, a la manera de un diario: En todo libro hay algo de diario. Es decir, que los acontecimientos que me ocurrían aquel día, los anotaba en el libro. Por ejemplo, a mi compañera le regalaban un ramo de flores, de nardos, el ramo intervenía en el libro. Recibía una postal de Massachusetts: ¡La postal figuraba en el libro! 

Instrucción N° 4: el lenguaje 

La tercera, lúdica, remite a mi gusto por el pie forzado, proezas y gamas, a todos los trabajos en los que las investigaciones del Oulipo me handado los medios y las ideas: palindromas, lipogramas, panoramas, anagramas, isogramas, acrósticos, crucigramas, etc. 

El Oulipo, o Taller de Literatura Potencial, merecería instructivo aparte. Sin embargo, su poética podría, someramente, definirse así: Oulipo no es un movimiento literario ni una escuela teórica o crítica, sino una suerte de grupo de investigaciones de literatura experimental, cuyo propósito es proporcionar formas literarias susceptibles de promover creaciones novedosas. Llamamos literatura potencial, precisa Queneau, a la búsqueda de formas, de estructuras, por emplear esa palabra que es un poco docta, de estructuras nuevas que además puedan ser utilizadas por los escritores de la forma que les plazca. (El texto es de A. Fernández Ferrer) 

Italo Calvino fue otro de los integrantes de este grupo que tuvo gran influencia sobre el trabajo de Julio Cortázar, entre otros muchos escritores. 

La contrainte, constricción u obstáculo creativo, es su herramienta básica. El trabajo de escritura se desarrolla intentando vencer una dificultad autoimpuesta o cumplir con una condición asumida previamente. Por ejemplo, en el caso de La desaparición, el juego o la construcción es de carácter lipogramático. La trama policiaca de la novela encubre (recién publicada pasó desapercibida para muchos críticos) la ausencia absoluta a lo largo de todo el libro de la letra “e” , la más común en el idioma francés. 

Obviamente, la invención y la práctica de este tipo de juegos no tiene nada de arbitrario. Lo que subyace a ellos es la comprensión de la escritura como reflexión sobre el lenguaje, entendido como el medio que hace posible todo texto. La escritura como el intento por poner al descubierto su propia esencia, sus formas, sus mecanismos. Su anatomía oculta. Escribe el oulipiano Harry Mathews: Los procedimientos oulipianos ofrecen una clara vía de escape a la parálisis del escritor o, en el caso de Perec, un hondo sentimiento de desplazamiento histórico. Por expresarlo de un modo positivo, estos procedimientos pueden devenir tareas tan inspiradoras como la creación de cualquier héroe o heroína. Hace varios años, en otro contexto, el compositor David Del Trecci declaraba lo siguiente: Sea por la razón que fuere, uno opta de todo corazón por un determinado procedimiento técnico por el mero hecho de que le excita, y la restricción que le impone dicho procedimiento es en el fondo un medio para definir la propia personalidad. Hace falta llenar los huecos de esa severidad con grandes dosis de pasión. (Harry Mathews. Lo efímero, el yo, la disciplina). 

Perec practicó casi todos los juegos. Lipogramas, monovocalismos, heterogramas, anagramas, combinatoria a distintos niveles, palindromos, dramas alfabéticos, microtraducciones, literatura semodefinicional, cilindros de párrafos, avalanchas prosódicas, medidas, gamas, cronogramas. Juegos que, más que intentar comunicar determinados contenidos, intentan explicar los medios; la lógica del sistema que permite escribir. Juegos planteados como vías de entrada para arribar a la literatura por la literatura. 

Instrucción N° 5: la ficción 

La cuarta, por fin, concierne a lo novelesco, al gusto de las historias y las peripecias, a las ganas de escribir libros que se devoran boca abajo en la cama: La vie, mode d’ emploi es el ejemplo tipo. 

Desde la perspectiva de Perec, se escribe porque se ha leído. Porque se disfruta de eso que algunos llaman el placer del texto. Contar y escuchar, escribir y leer. A pesar del contexto amargo de su niñez, su afición por la lectura es temprana: Echado boca abajo en mi casa, devoraba los libros que me pasaba el primo Henri (W) Del mismo modo, los libros que se escriben siempre tienen relación con los libros que se leen. 

La proliferación de citas y transcripciones, plagios o, si se prefiere, reescrituras, hablan también de la fascinación de Perec por la lectura y las ficciones. Una fascinación que, incluso, subordina la propia autorialidad a la circulación y al uso de los textos. Al respecto, el escritor Serval, uno de los protagonistas de su novela inconclusa 53 días afirma: Sobre todo, no vaya a cree usted, señorita, que yo me invento las cosas. No hago más que fusilar de aquí y de allá diversos detalles de los que me valgo para comunicar mi propia historia. Además, eso lo hace todo el mundo, no sólo los autores de novelas policiacas. ¡Ahí tiene usted a Antoine Burthet!¡O la Bobary! 

Las ganas de escribir libros como los que uno mismo ha devorado. Por ejemplo, boca abajo en la cama. El oficio de escribirlos como una ocupación que se toma la vida entera: Escribo para vivir y vivo para escribir, y no he estado lejos de imaginar que la escritura y la vida podrían confundirse enteramente; habría vivido en compañía de diccionarios, por la mañana me habría paseado por los bosques, por la tarde habría emborronado algunos folios, por la noche me habría entretenido quizás escuchando un poco de música. 

Instrucción final: el planeta 

Espere a que anochezca. Consiga un telescopio de buen alcance. Enfoque el pequeño planeta número 2817. Usted está viendo el planeta Georges Perec. 


Publicado originalmente en revista La Calabaza del Diablo N°18. Octubre de 2002. 




Georges Perec en café de Place Saint-Sulpice. Foto de Pierre Getzler

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