lunes, 11 de diciembre de 2017

Un mal incurable

Mal pasajero de Carlos Decap

Comienzo por agradecer a Carlos Decap la oportunidad de comentar este libro. Mi interés por su trabajo ha quedado refrendado en textos anteriores y la lectura de Mal Pasajero no ha hecho otra cosa que confirmarlo. Lo que sigue son algunas breves notas de lectura, a la manera de las que se toman en una bitácora de viaje, como me parece pueden ser leídos estos textos. En el caso de este libro se trata de un viaje doble, hacia adentro y hacia afuera. 

Ciudades son imágenes escribió alguna vez Enrique Lihn, quien hiciera del viaje una metáfora central de su poesía y de su vida. A su memoria está dedicado el poema Solar del extranjero que, en mi opinión, define algunas coordenadas del viaje que Decap emprende en este libro: Vive encadenado a la pluma del vuelo/Para escribir notas de viaje/Donde el único extranjero es él/Sus pasos tienen la incertidumbre de los aeropuertos/Aunque su mirada es pura vida detenida/Retratada en un instante cualquiera/Versos para echar a andar/Su poema móvil

Versos para echar a andar un poema móvil. Misma poética que comparten estos poemas escritos en tránsito. Poesía de paso, diría Lihn. Versos que hacen del movimiento más que un tópico literario, una postura vital. Movimiento es la única forma de permanecer vivos, decía Juan Luis Martínez. Poesía es todo lo que se mueve, el resto es prosa, escribió Nicanor Parra. En el mismo sentido, este libro es un poema móvil que invita al lector a echarse a andar con la lectura de sus versos.

Un viaje doble, decía, hacia afuera y hacia adentro. Hacia afuera, estos poemas recogen el testimonio del poeta recorriendo el mundo. Lisboa, Viena, Rodas, París, Estambul, Lima, Creta. Imágenes del poeta in situ. Impresiones frente a las locaciones del viaje. Las ciudades son imágenes también en este libro que podría ser leído como un álbum de fotografías o postales. Vuelvo a Lihn quien me parece uno de nuestros poetas-viajeros más insignes. A propósito de los textos de Poesía de paso, en sus conversaciones con Pedro Lastra: Yo los llamaba peyorativamente “tarjetas postales”, en las que, mientras el anverso documenta sobre un lugar turístico en forma convencional, el reverso da noticias” subjetivas” del viajero. Son poemas, en este sentido, visuales y objetivos que combinan el anverso y el reverso de esas tarjetas postales. Poemas “paisajísticos” en la vieja acepción de una expresión que tendríamos que corregir “El paisaje es un estado del alma” 

Me parece que estos poemas funcionan de una forma similar. Como postales con anverso y reverso. La descripción precisa y objetiva de cada estación del viaje se cruza aquí con la subjetividad de quien escribe en ese lugar. Su sensibilidad, su memoria. Viajar es justamente buscar ese cruce. Lograr una escritura siempre en movimiento que se abra a la confluencia del paisaje y el alma. Hacerlo en medio del turismo, de la marea omnipresente de los pasajes low cost y las selfies. Como escribe Decap en Rodas: Luego de visitar la ciudad sitiada/Por turistas de medio mundo/Entre los que me vi mezclado/Para poder escribir este poema/Y esperar sentado en el bar/La aparición de la calma. Para viajar es necesario salir de la ciudad sitiada. Aprender a esperar que aparezca la calma.

Y así dejé huir mi juventud /Pasar el espíritu del viaje/ Pero comencé a viajar por dentro/A la manera de los viejos poetas. Estos versos describen la segunda dimensión de este viaje, su dimensión interior. Última de Lihn: El viaje es un cambio de escenario que corrobora la persistencia del sujeto que viaja. La escritura en movimiento, la escritura del viajero, como una forma de preguntarse por su propia identidad. Una identidad siempre dinámica, tensionada por esta dialéctica entre cambio y persistencia.

Popa, Cisneros, Brodsky, Cavafis, Simic, Li po. En este libro, la escritura es también un viaje por la poesía misma. El viaje que se despliega en estas páginas se hace leyendo. Es en la poesía donde se encuentran no las respuestas sino más bien la continua afirmación de las preguntas que ese viaje por el espacio y la literatura abre y sostiene. Escribe Decap en el poema que cierra el libro: Soy el mal pasajero / Que va a ninguna parte. Seguramente, la forma de viajar de un poeta sea esa, no ir a ninguna parte. Moverse, no para llegar. Moverse para mantenerse preguntando. Para evitar adormecerse y dejar de maravillarse frente al mundo y a la vida. Ser el eterno forastero, el eterno aprendiz, el eterno postulante; he allí una fórmula para ser feliz escribió Julio Ramón Ribeyro. 

Sin embargo, en el mismo poema este mal pasajero tiene otro sentido: Mi madre me decía que la poesía/ Era un mal pasajero. Supongo que eso habrá pasado hace algunos años. Sin embargo, en el caso de Carlos Decap, no hay de qué preocuparse. Este libro, toda su trayectoria, confirman que sabe viajar muy bien. Sabe bien que el viaje, igual que la poesía, es un mal incurable. 


Valparaíso. Octubre de 2017

Mal pasajero
Poesía
Carlos Decap
RIL, 2017